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HARTSELLE

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Después de perder a su padre, los hermanos Campbell se desplazan a Alabama para invertir todos sus ahorros en reabrir una pequeña fábrica de juguetes cerrada desde finales de los años 70. Los Campbell se criaron en Alabama, pero se marcharon a Washington al fallecer su madre cuando ellos eran muy pequeños.

 

Walter, el padre, acababa de morir a causa del alcohol. La pérdida de su mujer lo superó, llevándole a una gran depresión y la muerte. Aún y así intentó dar lo mejor a sus hijos, Erik, Arnold y Jackie, que después de lo sucedido, decidieron reunir un dinero y volver a su pueblo natal Hartselle, para restaurar una antigua fábrica de juguetes que llevaba el mismo nombre.

 

Jackie, la hermana mayor, les propuso a sus hermanos que lo mejor para empezar con buen pie era reabrir la fábrica un poco antes de la época de navidad. La fábrica estaba ubicada fuera del pueblo, a la orilla del Flint Creek, aún mantenía parte de sus máquinas, juguetes y toda una sala llena de archivos de su funcionamiento. Estaba muy sucia, algunas ventanas superiores tenían algún cristal roto y había brotado alguna que otra planta en su interior. Parecía como si de alguna forma la fábrica se hubiera parado en el tiempo. El polvo, el frío, y la mirada de algunas muñecas, te hacían sentir un escalofrío en tu cuerpo.

 

Liam Foreman, el antiguo propietario, les explicó que no sólo creaban los juguetes, si no que Hartselle entero y alrededores, los venían a comprar allí. Además, cada navidad, ponía en la entrada a un Papá Noel para que los más pequeños pudieran echar sus cartas, vestía para la ocasión a sus trabajadores y hacía algún que otro regalo a sus compradores. La fábrica fue muy bien, pero sólo le duró 3 años. Liam relata esto:

 

“La sensación de ver las sonrisas de los más pequeños, no tiene precio, el crío, agarrando la mano de su padre que con gestos ya sabía lo que le estaba pidiendo, o la niña de 9 años que le pedía en voz baja sin cesar la muñeca del momento. Pero no todo era alegría, yo también compré esta fábrica, era de un familiar de Harry J. Thompson, esa familia de Kansas que fue toda asesinada, seguro que alguna vez os han contado ese terrible suceso; en fin, no viene al caso.

 

La fábrica se construyó en los años 20 y se utilizó primeramente como fábrica de tejidos, más tarde en la segunda guerra mundial, fue destruida parte de ella y debajo encontraron un cementerio muy antiguo, que ni siquiera yo, cuando la compré en el 73, quise quitar por respeto. En Hartselle, se cuentan muchas historias: los muñecos cobraban vida, las máquinas funcionaban solas, hasta yo veía cosas. Mis trabajadores tenían miedo de cambiarse en los vestuarios, que estaba en el sótano. Contaban que se oían sonidos y risas.

 

Tuve muchas bajas, muchos se amputaban los dedos con las máquinas, otros cogían ansiedad de creer que los juguetes y muñecos aparecían todas las noches en sus casas, debajo de sus camas o al final de sus pasillos. Tuve que cerrarla finalmente, me estaba volviendo loco. La prensa, las bajas de mis trabajadores, antes de irme a la quiebra pensé en cerrarla y no volver a este sitio nunca más. Hasta la fecha una pareja se encargaba de vigilar las pocas reliquias que quedaban, ya que siempre mantuve la esperanza de que alguien la comprara.

 

No os quiero mentir, esto es lo que ocurrió y esta es mi historia”

 

Jackie, al ser la más mayor, si había escuchado alguna que otra historia, pero no lo que el señor Foreman les explicó. Creían que simplemente era un relato personal agrandado por su frustración al haberla dejado y no poder continuar con la empresa. Los Campbell siguieron adelante y se metieron los 3 a reformarla sin hacer caso del relato. Los hermanos no llegaron a abrirla, se los encontraron muertos en distintas zonas de la fábrica.

 

Hartselle abre sus puertas al público como exposición el 8 de diciembre.

¿qué misterios oculta?, ¿entrarías a verla?

Daniel García, La Viuda Negra. Octubre 2018

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