HÔTEL FANTÔME
Marie Moreau trabajaba junto a Eva en la recepción del Hotel Vingt en Doullens, Francia, un hotel de buena reputación donde actores, actrices y parte de la aristocracia europea de los años 20 se hospedaban para importantes reuniones. No era un hotel muy grande, tenía unas 40 habitaciones pero siempre estaba activo.
Marie era una joven mujer, coqueta y resultona, estaba prometida con Charles Levesque, el botones del hotel, un hombre alto y con muy buen porte. Junto a Pierre y Jean Carles Chardin, dos hermanos del pueblo que trabajaban como camareros, eran los más veteranos del hotel. Karine y Gisèle se encargaban de que toda las habitaciones estuvieran impecables para la llegada de sus huéspedes.
Con la llegada de la primavera y los nuevos tratados europeos de entre-guerras, el hotel se llenaba los fines de semana. Maletas cargadas, carruajes y los nuevos modelos de automóviles de la época daban vida al Vingt. El actor François Marchant había reservado una suite y doce habitaciones para un par de semanas, iba acompañado de su set de rodaje porque el director del hotel había cedido a su compañía rodar una escena de amor en sus jardines con la actriz más cotizada del momento, Greta Garbo.
François había llegado dos días antes del comienzo del rodaje, siendo fiel a sus hábitos de tomarse unos días de descanso previo a las grabaciones de sus películas. Para él era habitual el hospedarse en este hotel ya que se sentía atraído por Marie y reservaba a menudo.
Marie: Buenos días, bienvenido nuevamente al Hotel Vingt señor Marchant, su suite ya está preparada, en cuanto entre Charles le acompañará y le llevará sus maletas. Espero que su estancia en nuestro hotel sea de los más agradable posible y como siempre, estamos a su entera disposición. Ahora avisaré a Karine y Gisèle, le acompañarán por si le faltara cualquier cosa en su habitación señor.
François: Buenos días mad muasel, que maravilla entrar y ser deslumbrado por sus claros y bonitos ojos.
Marie (habla bajo): monsieur sabe usted que me alaga pero por otra parte conoce usted mi situación, estoy prometida con Charles. ¡Charles por favor, encárguese del equipaje del señor Marchant!
Charles sabía que la atracción entre el actor y Marie era mutua e incluso ya había mantenido alguna discusión con ella. Charles no soportaba a François pero sabía que tenía que guardar su compostura y llevar a cabo su trabajo como buen profesional. François abandonó la recepción y subió a la suite 401, la única y última habitación de la cuarta planta. Chimenea, sofás y una gran cama le esperaba al actor. Charles le agradeció la propina y se retiró un vez dejó sus maletas.
El rodaje comenzó y los jardines exteriores se llenaron de cámaras, cajas y personas por todos los lados. La propietaria del hotel, Madame Marion, una señora de 87 años, propuso hacer una cena de gala especial en honor al rodaje de la escena que se había grabado en su hotel. Pidió el mejor traje para todos los comensales y puso más personal en la lavandería por si alguien necesitaba tener sus trajes a punto. Marion pidió también una cena variada con los mejores platos cocinados por el mejor chef de la zona, el señor Gaëtan y mandó preparar varias salas para el evento.
La gran cena comenzó, amenizada por la gran cantante de ópera Janinne Levouir. Marie había salido fuera a fumar y se encontró a François, éste le pidió tomarse una copa con ella en su habitación y ella que se saltaba el protocolo de tener cualquier tipo de trato con el cliente, aceptó. Intentando esconderse con su gorro en el ascensor y escapando entre varias parejas por los pasillos, llegaron a la suite. François la invitó a un French 75, la hizo sentar en una silla y la comenzó a tocar el cuello, ella cerró los ojos y en un instante el actor estaba besando sus labios.
Una vez acabado el encuentro, Marie se abotonó su camisa y medio despeinada salió a la puerta. François saltó de la cama, salió a la puerta, la cogió por la cintura y la volvió a meter en la habitación.
Charles: Eva, ¿dónde está Marie?
Eva: No lo se Charles, pero tengo un recado par ti, cuando puedas debes subir todas esas cajas a las calderas.
Charles se dispuso a subir a las calderas esas cajas que le habían mandado, pidió ayuda a Pierre y Jean Carles y cuando se abrió la puerta del ascensor en la última planta, vio como François agarraba a su prometida de la cintura y la metía en su habitación. Charles entró en cólera, los dos camareros lo bajaron al vestíbulo para tranquilizarlo, pero tenían que fingir la situación y seguir trabajando con total normalidad. Charles no pudo aguantar, sin que nadie se diera cuenta subió a las calderas y cogió unas garrafas de gasolina y comenzó a rociar la última planta del hotel. Mientras tanto Marie y François continuaban su idilio en esa lujosa habitación.
Charles bajó sigiloso hasta el sótano y continuando con su plan hasta que finalmente encendió una cerilla y prendió todo el hotel con él dentro. El hotel comenzó a prender en llamas, todos en la cena de gala se encontraron encerrados en esas salas. El humo llenaba sus pulmones y las llamas abrasaban sus pieles. El fuego carbonizó por completo uno de los hoteles más populares de Francia.
Murieron 119 personas y la única superviviente fue Madame Marion. Ésta pidió a las autoridades que no lo derrumbaran, ya que cerraría el recinto y no volvería a tener ningún tipo de actividad. Marion siguió viviendo en Doullens y en sus últimos años de vida fue perseguida por los diarios y muchísima gente interesada en el suceso. Marion comentaba siempre:
“He sentido durante muchos años que ese hotel era parte de mí, mis padres lo construyeron para realizar uno de mis sueños y lo consiguieron. Mi padre era un poco reacio en que yo llevara un hotel, pero tenían una gran fortuna, podían permitirse construirme un hotel y yo he sido hija única. Gran parte de mi vida he sentido que esa planta tenía que haberla cerrado. En la Primera Guerra mundial el Chevalier Etrange mató en la última habitación a sus dos hijas y a su mujer. La cerré durante años pero la demanda hizo que la volviera a abrir. Años más tarde una trabajadora descuartizó a un cliente en esa habitación y fue cuando creí oportuno tirar todas las paredes y hacer una gran suite, pero tampoco dio resultado. Se que es un poco loco lo que os voy a contar. Mi padre murió en esa habitación y desde entonces fue todo mal, he pensado siempre que el espíritu o el fantasma de mi padre siempre ha estado ahí. Hoy en día se cuela mucha gente, hacen reportajes de fotografía, ruedan incluso películas y van grupos de jóvenes por las noches a saber lo que es el miedo real. Dicen que lo consiguen y no vuelven, lo llaman, Hôtel Fantôme"
DANIEL GARCIA